A todos nos ha pasado una que otra vez. Mantenemos un trabajador, que sabemos es mediocre; pero a quien le damos una oportunidad, luego otra y muchas más. Ingenuamente pensamos que por tener tantos años en la empresa es un trabajador leal, quizás nos ha mostrado lealtad con su verborrea o quizás muestra algún interés en superarse cuando le hemos llamado la atención.
Finalmente el trabajador se termina yendo de la empresa y decimos “Qué dicha que se fue…era un mal trabajador”.